Mi ciudad y yo (II)
Bueno... ibamos por traumas y agonias. Por definicion, Donosti es una ciudad alegre. Claro, la mitad de los donostiarras desciende de Corsarios o vivia de ese negocio. No es algo que se conozca en la ciudad, pero Donosti llegó a tener una flota corsaria mas grande que la armada real en el siglo XVIII. El problema es que a veces no distinguian entre amigos y enemigos, pero claro, para estar al dia en politica en el siglo XVIII se tenia que ser el gobierno. Los ingleses temian nuestros barcos. Eran barcos de fondo plano, parecidos a los vikingos, y no entanblaban combate con los barcos de guerra sino con los mercantes. Y recibian bastantes apoyos en Irlanda.
Se cree que esa era una de las razones de la quema de la ciudad en 1813 por los ingleses.
Ese si que fue un trauma para la ciudad. De ser una ciudad comercial, pasamos a ser los restos quemados de lo que fue una ciudad. Todavia lo recordamos en nuestros nombres. Por eso el mercado de la Brecha se llama asi. Porque los Ingleses entraron por esa parte de la muralla para atacar a los Franceses. Pero los donostiarras somos duros de mollera, y la reconstruimos. Teniamos pocas opciones pero es curioso... el destino vino en nuestra ayuda en forma de la familia real. Le diagnosticaron al rey problemas respiratorios, y en vez de elegir Santander, eligieron San Sebastian. De ahi el area romantica de la ciudad. De ahi los monumentos, la construccion del teatro, del hotel, de...
Donosti es una ciudad magica, si la sabes conocer. Y de estilo francés, tal como dice la gente sin comprender lo que dice realmente. Eso quiere decir que sus ocupantes aman la ciudad, que la tratan bien y que esta les corresponde creando sitios magicos.
Vamos a ver... Tenemos la Bahia, por supuesto. El origen de la ciudad es hoy un aporte de salud y dinero para nosotros y nuestros visitantes. He estado en mejores playas, en playas o sitios mas grandes pero... tiene algo. Su arena parece mas fina, sus aguas parecen mas saladas... a saber.
El donostiarra clasico tiene sus caracteristicas en la playa. Una de ellas es que conoce cuando la gran marea del cantabrico subirá, y se prepara para ello. Por supuesto, el reflujo hace que suba la marea (y baje, por supuesto) una hora mas tarde cada dia, hasta que el ciclo se vuelve a empezar. Es por eso que algunos pagan dinero por la posesion de palos en la playa. Esto era una derivacion de las antiguas cabinas, que acercaban a las pudorosas mujeres a la playa, a que se bañaran, vestidas y dentro de la cabina.
Pues bien, ahora la cabina se ha transformado en sombrilla, y algunas familias las tienen ocupadas desde hace decadas.
Luego estan los gabarrones. Ahora han puesto un par mas pero los clasicos eran dos. Señalizados con boyas, son una especie de gabarra con trampolines, al que todo donostiarra ha llegado alguna vez, y vuelta a la playa de nuevo. Es casi como una tradicion marinera por aqui.
Y finalmente dos cosas mas. El verdadero donostiarra, ama la sal y el dulce. La sal se debe no solo a la mar, sino a las patatas fritas que venden algunos puestos. Tambien es verdad que estan desapareciendo, pero todavia se mantienen. Son patatas fritas en aceite de oliva, y se supone que son de las mejores del pais. Un ejemplo de esto son las San Jerónimo. Eso y los barquillos, eran caracteristicos de estos puestos. Barquillos artesanos, por supuesto.
Si el visitante no ha logrado encontrar a estos puestos, sea por desconocimiento, o sea porque no le gusta, tenemos varios clasicos en helados, que estan en esta ciudad desde hace ya decadas. Los italianos es un ejemplo de helado. Estamos cerca de Francia, y eso se nota. Si a los sabores le metes el buen hacer italiano tenemos unos helados fantasticos.
Bueno, basta de comida. Imaginemos que el visitante llega en agosto a la ciudad, y se encuentra con el festival de fuegos artificiales, en su semana grande. Si se pasa por la bahia sobre las 11 de la tarde, o noche segun se mire, la verá de otros colores. Nadie que haya visto los fuegos, sentado en la playa, viendo su reflejo en el mar (o bañandose en el), y teniendo en su nariz ese caracteristico olor a polvora y salitre se quedará vacio de emociones.
Y en el centro de la bahia... la isla. La isla de Santa Clara, es el sitio al que va la gente a tomarse una tortilla casera, o a disfrutar de bonitos fondos marinos. Sigamos por la bahia, y veremos el puerto, dividido entre deportivo y pesquero. Sus edificios, por ley, no se pueden cambiar, asi que son los originales del siglo XIX. La estatua en honor a "Mari", patron de una barca de rescate del siglo XIX y la iglesia con la virgen al lado, dan fe, y nunca mejor dicho, de la fe de los marinos donostiarras. Si seguimos paseando, encontraremos varios restaurantes, especializados en pescado, paellas, y la tipica cocina vasca. Bueno, los donostiarras, por lo menos los que tienen menos posibles, los solemos evitar porque, si bien dan bien de comer, su precio debe de estar basado en Onassis, Rockefeller o similares. Asi que, ojo con el dinero en esta zona de la ciudad.
Al final del puerto, y antes de empezar el paseo nuevo, tenemos el museo naval y el acuarium.
El museo naval nos habla de formas de vida, de pasión por el mar, de hasta donde nuestros marinos llegaron, y de como esto influyó en nosotros. Es tan cierto, que nuestro escudo es un barco, en una bandera blanca con un cuadrado de color azul en la parte superior izquierda.
El Acuarium... lo han mejorado, pero es digno de verse. Ahora tenemos hasta tiburones, y un tunel que nos hace pensar que... quizas seamos nosotros los observados.
Y arriba... sonrio al pensarlo. Arriba esta el castillo. El Castillo de la Santa Cruz de la Mota, o De la Mota, como dicen por aqui, ha sido cuna de aventuras, de viajes, de visitas, de tortillas o comidas en familia desde que el ayuntamiento se lo sacó al ejercito a principios de siglo XX.
Es una zona verde mas extensa de lo que se supone, y guarda sorpresas a sus visitantes. Bateria de las Damas, de Napoleon de.... son las zonas militares, donde todavia se ven cañones apuntando a la bahia, esperando un desembarco que ya no tendrá lugar. Un alto en el bar y restaurante que se encuentra donde antes estaba uno de los polvorines y seguimos. Mira... en medio de todo, se ve un monumento a los caidos ingleses de las guerras carlistas. Gente que esta lejos de casa, y que defendieron nuestra ciudad de la barbarie... a pesar de que sus padres posiblemente fueran los que la quemaron unas decadas antes. Pero aqui se mira hacia el futuro, y hacia el pasado solo con nostalgia.
Y arriba... arriba la Iglesia y encima el Cristo. Este es reciente, de 1950, pero ya forma parte de la ciudad. No importa que seas o no creyente, es que las nuevas generaciones lo ven como parte de la ciudad.
Bueno, supongamos que se ha dado con el paso correcto, y hemos bajado del castillo hasta la parte vieja. Que qué visitariamos?. Bueno, a estas alturas tendriamos mil cosas que visitar. Si eres de museos, el de San Telmo es digno de verse. La verdad, hay polemica sobre si necesita ampliarse o no, pero creo que seria maginifico tenerlo en condiciones. Alli tenemos desde lapidas con los simbolos vascos de la antigua religion, camuflados en simbolos cristianos, por supuesto, hasta una coleccion de armas, una de pinturas y... la espada de Boabdil.
Si, el ultimo rey moro tiene una de sus espadas en el museo de San Telmo. Donada por uno de esos nobles que queria quedar bien con el rey alfonso XIII.
Que mas?. Hombre, seria tiempo de visitar las sociedades gastronómicas, o por lo menos de intentarlo. Alli solo se puede entrar por invitacion, y tiene sus normas. Por ejemplo, las mujeres no pueden entrar en la mayoria. Y si entran no pueden ir a la cocina, que es feudo de hombres. El porqué de esta tradicion es porque generalmente las vascas y las donostiarras en particular, tienen una merecida fama de reñidoras de hombres. Asi que los sufridos ciudadanos, se inventaron un sitio privado para ellos.
Mas tarde seguiré con nuestro tour, donde historia y comida estan bien mezcladas...
Un saludo de Edem.
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