domingo, mayo 25, 2008

"Azul como el Cielo de mi Patria"...

"Azul como el cielo de mi Patria"... decia mi padre nostalgico, cuando veia un color hermoso, cuando veia el mar o el cielo de mi ciudad.

Debia ser un contraste, para el, criado en el caribe. El decia que, los colores estaban cambiados.

Para el, El Amarillo era el sol, eterno, gigante, dorado.

El Blanco, era el de la fina arena del Caribe, inmenso, sobrecogedor.

El verde... o el Verde Esmeralda, era el de la Sierra Nevada, eterno contraste nevado, a pocos kilometros del salvaje caribe.

Y el cielo...oh si, el cielo lo recordaba Azul, azul oscuro, casi negro; intenso, como la vida misma. Al igual que el mar caribe, que le evocaba sentimientos, que solo aquel que ha nacido a orillas del mar puede entender. Solo si tus lejanos recuerdos evocan a sal, a oleajes, puedes entenderlo. El mar, que amas y temes, porque es asi, amar y temer al mismo tiempo.

Debia ser un contraste, con los colores de mi ciudad, Donostia. San Sebastian, La Ciudad de la Lluvia. Esos colores, representan bien a mi ciudad. Pero con diferencias.

Aqui, el Azul del Cielo, es claro. Es un azul blanquecino, con girones de nubes surcandolo, en las eternas mareas, el eterno ciclo. Para mi padre, y para mi, era algo fascinante. Y no hay nada igual. He estado en el Mediterraneo, he estado en las costas de Africa, en Francia... y el indómito mar siempre me ha fascinado. Pero no tanto como el mio, que me ha parecido mas vivo que los demás. A mi padre le encantaba, y me contagió de su pasión desde pequeño. El puerto, la bahia, la playa... incluso con galerna, me enseñó a amarlos. Es la esencia de los Donostiarras, algo que está en nosotros.

Verde... hay algo mas que el mar. En las montañas está nuestra tradicion, nuestra base, nuestro refugio... Solo los pueblos norteños, los de la costa cantábrica pueden entender esta dualidad. Vivir entre el mar y las montañas, sentirse protegidos por ellas. Mi padre, le encantaba ir a esos sitios. El de pequeño, paseaba por la Sierra Nevada, o por sus montañas. Extrañamente, una vida de distancia, y tantas similitudes. En mi caso, fue elegido por un capricho del destino.
El Verde... tambien presente en el mar. Aqui, al contrario del Caribe, no es azul intenso. Es Verde Esmeralda, con tonalidades azules, a veces plateadas por la espuma.

Amarillo... ironicamente, no es el Sol lo amarillo en nuestra historia. Lo es nuestra ciudad, construida sobre piedra arenisca, tomada de nuestras montañas a cielo abierto. Y que, nuestras gentes, han conbinado con el Blanco. Y esto es tan cierto, que aun hoy, que ya no se hacen las casas con piedra arenisca, puedes ver cubiertas de placas, o pintadas de blanco y oro, imitandolas, las de nueva construcciones. En los viejos edificios, la vision dorada, a veces es expectacular, sobre todo al atardecer. Denota antiguedad, pero tambien sabiduria, y ganas de vivir. O como dice el refrán... "Si esta noche vamos al infierno, que sea en primera clase".

Estos son, amigo, caminante, los colores de mi hogar. Los de mi vida, los de mi casa.

Un saludo, de Edem.